Carta a Erenia
Querida hija mía, Es una tarde lluviosa de julio en Vitoria. Estoy sentado delante del escritorio del cuarto de tu madre –menuda jabata tu madre- en una silla incómoda. Tú duermes en la cuna a un metro escaso de mí. De vez en cuando haces algún ruidito o suspiras. Tienes apenas unos días de vida. [...]