Hoy celebramos el 39º Aniversario de nuestra Carta Magna. El 6 de diciembre de 1978 la Constitución fue ratificada en referéndum, culminando de esa manera la Transición Española que posibilitó la transformación del anterior régimen franquista en un Estado Social y Democrático de Derecho, bajo la forma política de Monarquía Parlamentaria.

En los tiempos actuales observamos que España se encuentra inmersa en una especie de involución política, económica e institucional, amén de un claro retroceso de los principios y valores que deben regir para el buen funcionamiento de una sociedad.

Con la actual Constitución, seguimos teniendo una herramienta de incalculable valor, sirviéndonos de referencia para ese juego de equilibrios, siempre complejo, que se establece entre la libertad y la igualdad, la preservación de derechos individuales y respeto por el interés y bien común, entre el reconocimiento de los derechos diferenciales y la lealtad institucional…

Si echamos la vista atrás, no obstante, la historia constitucional en España se ha caracterizado por una inestabilidad de los diferentes textos constitucionales que ha albergado durante el siglo XIX y principio del siglo XX. Una de las causas que podría explicar esa falta de estabilidad es el carácter partidista, cuando no de ruptura, que hacía que en el origen de aquéllos el apoyo del pueblo a los mismos fuera escaso, mostrándose indiferente ante unos textos o marcos de legalidad que no hacían suyos, pues los consideraban, más bien, como armas al servicio de los diferentes partidos o monarcas reinantes.

Todo ello provoca que, en su mayoría, la historia constitucional previa a nuestra actual Carta Magna no haya gozado de continuidad en el tiempo, sucediéndose numerosos textos a lo largo de cortos períodos.

El gran éxito de nuestra Constitución Española de 1978, a pesar de las posibles imperfecciones o de algún aspecto puntual estudio de revisión o actualización, no reside, a mi modo de ver, en una sola causa. Si el principal marco legal que es nuestra norma suprema del ordenamiento jurídico a la que están sujetos los poderes públicos y los ciudadanos de España, ha transitado hasta aquí consumiendo ya estos 39 años de vida, por lo general acompañados de una convivencia pacífica y dotada de un importante progreso económico y social que ha mejorado el llamado estado del bienestar, garantizando los derechos fundamentales y las libertades públicas, entre otros hitos, se ha podido llevar a cabo porque en los orígenes de su alumbramiento hubo hombres y mujeres que entendieron lo importante del momento y realizaron, de consuno, una labor de sacrificio, esfuerzo, generosidad, lealtad institucional y altura de miras, como nunca antes se había llevado a cabo.

Con dichos antecedentes, previos a la ratificación de nuestra Carta Magna, se posibilitó que más allá de normas o ley positiva quedaran plasmados principios y valores indiscutibles, que son la verdadera armadura que viste todo su esqueleto, permitiendo que toda la sociedad camine con libertad y esperanza por este gran país, llamado España.

Importa reparar en el Preámbulo de la Constitución Española de 1978:

“La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

  • Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.
  • Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.
  • Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
  • Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.
  • Establecer una sociedad democrática y avanzada
  • Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente CONSTITUCIÓN”

Toda una declaración de intenciones, que siendo importante por lo expresado lo es más por lo que no aun no expresando sí puede leerse del contexto socio-político y antecedentes por los que transitaron aquellos hombres y aquellas mujeres que tanto sacrificio hicieron por intentar sacar adelante más que un texto normativo, una idea de Nación, una forma de convivencia y progreso social, económico y político para toda la sociedad, para todos los pueblos que conforman aquélla.

Esa idea de Nación queda dibujada desde el primer artículo, en el que se dicta:

Artículo 1. ”España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”

En la fecha que celebramos el 39º Aniversario de nuestra Constitución Española reflexionemos para poner en valor, para revitalizar estos principios y valores que, sin duda, han posibilitado alcanzar logros y objetivos de relevancia para el progreso y el bienestar de todos.

Junto a lo anterior, pensemos y homenajeemos a todos los Hombres y Mujeres de la Transición Política que, en sacrificio de su propias ideas e intereses particulares, hicieron posible que un 29 de diciembre de 1978 se publicara en el B.O.E. la Norma más importante que hasta la fecha hemos podido utilizar como herramienta clave para contribuir a la Libertad, Igualdad y Justicia.

Larga vida a la Constitución Española

6 de diciembre de 2017

Autor: Carlos D. Lacaci – Abogado
@Lacaciabogado