Agradezco a Lacaci Abogados la oportunidad para escribir este artículo en su blog.

Empezaron llamándoles minúsculos, luego vándalos, a continuación, golpistas y ahora terroristas. Esos son los calificativos que Ortega-Murillo ha usado para descalificar a la población nicaragüense que protesta y pide su dimisión desde el 19 de abril, hace ya tres meses. Pero cuando Ortega ya se ha destapado por completo fue ayer, 19 de julio, en el acto conmemorativo al 39 aniversario de la revolución sandinista. Esta vez ya descaradamente en una campaña abierta contra los pastores de la Iglesia Católica. Lo mismo que había hecho su Canciller, Moncada, el día anterior en la sesión permanente de la OEA pasando un video que era toda una difamación a los obispos.

Ortega autodenominó su gobierno desde el inicio como cristiano, solidario y socialista. En su discurso de ayer 19 de julio se declaraba católico. Pero, sin embargo, dedicó buena parte del tiempo a acusar a los obispos de golpistas, de traidores, de almacenar armas en las iglesias, de torturadores. Además, Ortega se burló de la jornada de ayuno y oración de exorcismo convocada por la Conferencia Episcopal en todo el país. Todo esto en presencia del nuncio del papa, Waldemar Sommertag, quien sorprendió a todos al aparecer en la tarima pese a la agresión de la que fue víctima en Diriamba el pasado 9 de julio. Muy probablemente, provocaba a la Conferencia Episcopal para que deje la mediación en la mesa de diálogo, pero consciente de que, después de la resolución de OEA, está obligado a ese diálogo.

Gran error estratégico el de Ortega. No puede embestir así a los obispos, como lo está haciendo, sabiendo que esto solo enardecerá más a los nicaragüenses que por esencia son muy creyentes y marianos. Ya empezó a notarse con el ataque a los obispos en Diriamba, luego con el video que puso en la OEA y ahora con las palabras más crueles del discurso, hasta el punto de llamarles asesinos.

Sin embargo, no hizo ninguna alusión a la resolución aprobada el día anterior en la OEA. No dijo si la iba acatar o no. Aunque el pueblo ya presupone que no, pues la represión ha continuado con la persecución de los muchachos de Monimbó que pudieron huir al monte. No obstante, esta es otra señal de debilidad por parte del dictador.

Definitivamente, se notó a un Ortega muy debilitado, a la defensiva, afectado por la presión internacional y por las oraciones de exorcismo anunciadas. Como animal herido que se defiende enfurecido. Pero sin ánimo de abandonar aún porque agradeció la propuesta de injerencia realizada por el canciller venezolano, Jorge Arriaza, quien puso a disposición del dictador las tropas de su país, para defender “al pueblo sandinista”.

Mucho tendrá que torcerse el camino iniciado por los estados americanos para que esta no haya sido su última celebración del aniversario de la revolución sandinista como presidente. La resolución firmada en la Organización de Estados Americanos (OEA) le obliga a cumplir los consejos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y adelantar elecciones. Este año la plaza estaba tan vacía que tuvieron que ingeniar despliegue de enormes banderas a lo largo para poder llenarla y ni aún así lo consiguieron. No había flores, como le gusta a la vicepresidenta. La caravana de buses llevaba solo algunas personas en la parte de arriba. Ha sido visible en sus palabras y en las señales externas del acto, el debilitamiento enorme de su gobierno. Es hora de decir «me voy», como le dijo en un discurso su compañero.

Autora: Xiskya Valladares (Nicaragua)
Religiosa del CESAG, periodista, filóloga, doctora en Comunicación